Primera Estación

Jesús en el Huerto de los Olivos
(Mc 14, 32-36)

Getsemaní. Cristo ora solo, en medio de la oscuridad y el frío de la noche que lo envuelven. Su manto blanco refulge. Siente angustia y miedo. Ni siquiera los suyos logran velar con él. Desde el lado izquierdo vienen con antorchas los que van a apresarlo. Dos pequeños ángeles sobre su cabeza nos recuerdan que Él no está solo. Él es uno con El Padre: «…pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú».
Constanza L. Schlichting, pintora
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Segunda Estación

Jesús es traicionado por Judas y arrestado
(Mc 14, 43-46)

Cristo, reunido con sus discípulos por última vez con un manto rojo que nos habla de su pasión, sujeta el pan y el vino. Juan apoya tiernamente su cabeza en el hombro del maestro. Los discípulos permanecen en el lado de Jesús, rodeados del color amarillo, mientras Judas con el rostro enfadado, sobre fondo oscuro y con un predominio del verde, se dispone a traicionar a quien no se comportó como el liberador que él esperaba: «Lo que vas a hacer, házlo pronto» (Jn 13, 21-33. 36-38).
Constanza L. Schlichting
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Tercera Estación

Jesús es condenado por el Sanedrín
(Mc 14, 55. 60-62. 64)

Cristo, como cordero humilde ante el Sanedrín. Éste aparece representado con enérgicas líneas negras y blancas que simbolizan la rectitud de la ley y recuerdan el talit judío. En esta escena dominan las líneas rectas horizontales y verticales.
Constanza L. Schlichting
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Cuarta Estación

Jesús es negado por Pedro
(Mc 14, 66-72)

Pedro se calienta junto a una hoguera en un patio, el color cálido envuelve la escena. A la izquierda una mujer, en rosa, dice a Pedro: «También tú estabas con Jesús de Nazaret» El lo niega. El gallo, fundido con las llamas de la hoguera, canta. Y Pedro se lleva las manos al rostro y llora amargamente. La negación de Pedro, es distinta de la de Judas, la calidez de los colores quiere indicar un reconocimiento de amor, implícito en su llanto. «Tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21, 15-19) «…y rompió a llorar» (Mc 14, 66-72).
Constanza L. Schlichting
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Quinta Estación

Jesús es juzgado por Pilato
(Mc 15, 14-15)

Aquí Pilato es un hombre cualquiera, aparece sin ropajes. «No tendrías ningún poder sobre mí, si no se te hubiera dado de arriba» (Jn 19, 11) El tono oscuro simboliza el peso que siente Pilato sobre sí. Sentado, apoyado sobre sus rodillas medita sobre este extraño hombre que tiene ante sí. «¿Qué es la verdad?» (J 18, 38) Detrás de él, Cristo con manos atadas y cabeza baja. La luz que viene de lo alto y se transforma en distintos colores indica quién es la verdad (Lc 23, 1-4. 23-24).
Constanza L. Schlichting
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Sexta Estación

Jesús es flagelado y coronado de espinas
(Mc 15, 17-19)

Jesús en el centro es una herida. A su alrededor golpes, latigazos, burlas. Una masa informe lo acosa. A la derecha una figura como con una máscara y cuernos, símbolo del mal. Predominan los tonos fríos y las líneas duras y negras.
Constanza L. Schlichting
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Séptima Estación

Jesús carga con la Cruz
(Jn 19, 16-17)

Es nuestro propio Dios el que casi no puede más por el dolor, por el peso de nuestro pecado, por el dolor del mundo entero que toma sobre sí en este momento. Momento oscuro, sólo de su cuerpo entregado, que carga la cruz, surge una calidez. Lo flanquean los centuriones.
Constanza L. Schlichting
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Octava Estación

Jesús es ayudado por el Cirineo a llevar la Cruz
(Mc 15, 21)

Cristo, con la cabeza y el rostro bañados en sangre no puede con el peso de la cruz. Entonces le encargan a uno que pasaba por ahí, SImón de Cirene, que lo ayude. El hombre “indigno”, se convierte así en colaborador del misterio de la Salvación. La Cruz compartida. El hombre y Cristo forman así una sola cosa.
Constanza L. Schlichting
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Novena Estación

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
(Lc 23, 27-28. 31)

Cristo, en el centro, llevando la Cruz. Las mujeres lloran y se agachan en actitud de ayuda. Su frase: No lloréis por mi, no es una sentencia, es su conocimiento de todos los dolores y sufrimientos del mundo. Hay una suavidad en esta escena en la que dominan los rosas de los ropajes.
Constanza L. Schlichting
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Décima Estación

Jesús es crucificado
(Mc 15, 24-26)

Junto a dos malhechores es crucificado, y junto a muchos más hombres, junto a todos los que sufren en toda la historia del mundo. En esta hora se hizo de noche y la tierra tembló. Por debajo de la Cruz una serpiente representa al mal y la muerte vencidos. Pues Él murió para resucitar.
Constanza L. Schlichting
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Undécima Estación

Jesús promete su Reino al buen ladrón
(Lc 23, 39-43)

La cruz se alarga, como si fuese una sola. El destino del buen ladrón queda unido a Cristo. «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso». El fondo verde y la luz en torno al cuerpo del Señor, simbolizan la Esperanza y la Resurrección.
Constanza L. Schlichting
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Duodécima Estación

Jesús crucificado, la Madre y el Discípulo
(Jn 19, 26-27)

Cristo, deshecho, se vuelve a su madre y a Juan que alzan la mirada suplicantes. Y quedan a partir de entonces como una sola cosa.
Constanza L. Schlichting
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Decimotercera Estación

Jesús muere en la Cruz
(Mc 15, 34. 36-37)

El abrazo vencedor. En la escena, aún en medio de los tonos oscuros, predomina la luz blanca vertical que preconiza la Resurrección. Todo quedó a oscuras en aquella tarde, pero La Luz entró en las entrañas de la tierra.
Constanza L. Schlichting
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Decimocuarta Estación

Jesús es depositado en el Sepulcro
(Jn 19, 41-42)

Jesús es depositado en el sepulcro. Y la luz entró en la tierra… El Dios hecho hombre, el sentido de la historia, la verdad… Como en la estación anterior, la luz nos habla ya de la Resurrección, sin la cual, no tendría sentido su Pasión.
Constanza L. Schlichting
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Pasajes del Evangelio

© Sagrada Biblia - Versión oficial de la CEE (Madrid 2013)

Primera Estación

Jesús en el Huerto de los Olivos

Llegan a un huerto, que llaman Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia, y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad». Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: «¡Abba!, Padre*: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres». (Mc 14, 32-36)

Segunda Estación

Jesús es traicionado por Judas y arrestado

Todavía estaba hablando, cuando se presenta Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto». Y en cuanto llegó, acercándosele le dice: «¡Rabbí!». Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. (Mc 14, 43-46)

Tercera Estación

Jesús es condenado por el Sanedrín

Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban… El sumo sacerdote, levantándose y poniéndose en el centro, preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?». Pero él callaba, sin dar respuesta. De nuevo le preguntó el sumo sacerdote: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? ». Jesús contestó: «Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene entre las nubes del cielo»… Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?». Y todos lo declararon reo de muerte. (Mc 14, 55. 60-62. 64)

Cuarta Estación

Jesús es negado por Pedro

Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llega una criada del sumo sacerdote, ve a Pedro calentándose, lo mira fijamente y dice: «También tú estabas con el Nazareno, con Jesús». Él lo negó diciendo: «Ni sé ni entiendo lo que dices». Salió fuera al zaguán y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: «Este es uno de ellos». Pero él de nuevo lo negaba. Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: «Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo». Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis». Y enseguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar. (Mc 14, 66-72)

Quinta Estación

Jesús es juzgado por Pilato

Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mc 15, 14-15)

Sexta Estación

Jesús es flagelado y coronado de espinas

Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: «¡Salve, rey de los judíos!».
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
(Mc 15, 17-19)

Séptima Estación

Jesús carga con la Cruz

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota)…
(Jn 19, 16-17)

Octava Estación

Jesús es ayudado por el Cirineo a llevar la Cruz

Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz. (Mc 15, 21)

Novena Estación

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos… porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?». (Lc 23, 27-28. 31)

Décima Estación

Jesús es crucificado

Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos».
(Mc 15, 24-26)

Undécima Estación

Jesús promete su Reino al buen ladrón

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». (Lc 23, 39-43)

Duodécima Estación

Jesús crucificado, la Madre y el Discípulo

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19, 26-27)

Decimotercera Estación

Jesús muere en la Cruz

Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)… Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo». (Mc 15, 34. 36-37)

Decimocuarta Estación

Jesús es depositado en el Sepulcro

Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. (Jn 19, 41-42)